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Agua para la vida, no para el beneficio

por | Mar 17, 2021 | Noticias

Para añadir el nombre de su organización a esta declaración, firme aquí. La declaración está abierta a la firma hasta el 19 de marzo de 2021.

El 22 de marzo de 2021, las Naciones Unidas celebran el Día Mundial del Agua. El tema oficial de este día es «Valorar el agua», un título que debería hacer saltar las alarmas: ¡hay sólo un paso entre la idea de valor y la idea de precio! Sin embargo, atribuir a la naturaleza un valor financiero es un fenómeno creciente, que acaba de culminar con la cotización en la bolsa de derivados del elemento más esencial para la humanidad y la vida: el agua.

Cotizar el agua en el mercado de materias primas: ¡un crimen contra la vida!

El 7 de diciembre de 2020, la mayor bolsa de derivados financieros del mundo, CME Group, lanzó el primer mercado de futuros sobre el agua. Los inversores y especuladores ya pueden apostar por el precio del agua en California.

En teoría, los contratos de futuros deberían permitir combatir la volatilidad de los precios y ofrecer seguridad a los agricultores. Pero la realidad demuestra claramente lo contrario.

Las repercusiones de los «mercados del agua» ya implantados en varios países son catastróficas. En Chile, los ríos se subastan y son adquiridos por multimillonarios que utilizan el agua para regar aguacates en masa o abastecer minas, mientras millones de personas intentan sobrevivir a la sequía generalizada provocada por el acaparamiento de agua. En Australia, el mercado del agua, que se supone debe apoyar la economía evitando el despilfarro de agua, acabó incitando a los inversores y a los industriales de la agricultura a especular, basándose en previsiones sobre la escasez y los precios futuros del agua, en detrimento del acceso de los pequeños agricultores al agua.

Contaminación, sobreexplotación, mercantilización, acaparamiento, alteración de los ciclos… Todas estas presiones ya se ejercen sobre los ecosistemas acuáticos debido a nuestro modelo productivista de desarrollo. En el contexto de esta crisis generalizada del agua, el agua de calidad es cada vez más codiciada pero cada vez más escasa: es una inversión financiera ideal para los especuladores, porque todo el mundo la necesita para vivir y nada puede sustituirla.

Miles de millones de personas siguen privadas de su derecho humano al agua y millones de pequeños agricultores ya tienen grandes dificultades para acceder a ella. La financiarización del agua abre la puerta a una especulación masiva y a unos precios del agua elevados que favorecen a los actores económicos más poderosos. La mercantilización del agua también conlleva el riesgo de un aumento significativo de los monocultivos o de las tierras sacrificadas a los delitos medioambientales provocados por la agroindustria y el extractivismo, mucho más atractivos económica y financieramente para los especuladores. En este lucrativo mercado, las necesidades de las personas y los ecosistemas no son prioritarias.

Dado que el agua es fuente de vida, no puede considerarse una mercancía, ni una inversión financiera, ni un objeto de especulación. Dadas las amenazas que plantean la pandemia y la crisis climática, debemos tomar conciencia de ello urgentemente. Permitir que los mercados dicten el modo en que se distribuye y gestiona el agua es inaceptable desde el punto de vista de los derechos humanos y una grave irresponsabilidad dada la peligrosa situación ecológica y sanitaria del mundo.

Protejamos el agua, nuestro bien común

Aunque la ONU reconoció el derecho humano al agua hace más de diez años, ahora es necesaria una llamada de atención. Para que el derecho al agua sea una realidad para todos, debemos rechazar esta visión puramente económica y utilitarista del agua. En numerosos territorios se están ensayando políticas hídricas alternativas basadas en el respeto de los ecosistemas de los que dependemos. En todo el mundo, la gente se organiza para que se reconozca su derecho al agua y reclama su plena participación en las políticas relacionadas con las cuencas hidrográficas. Numerosos colectivos denuncian el control del agua por intereses privados y se oponen a los proyectos que ponen en peligro el agua en su localidad. Otros presionan a los gobiernos para que reconozcan los derechos sobre ríos, glaciares y lagos.

Por eso, en este Día Mundial del Agua, asociaciones y colectivos de todos los países, en toda nuestra diversidad, nos unimos para recordar que el agua es un derecho humano y un bien común. Seguiremos diciéndolo en todos los idiomas si es necesario: ¡el agua es vida!

Afirmamos que un derecho humano no está condicionado a la capacidad de pago de las personas. Afirmamos que un bien común no debe ser gestionado y controlado por las leyes del mercado.

Pedimos a los poderes públicos que asuman sus responsabilidades, se opongan a la mercantilización de la vida y tomen las medidas necesarias para ilegalizar la cotización del agua en el mercado de productos básicos.

También hacemos un llamamiento a todas las personas para que reclamen su derecho al agua, rechacen el control de este elemento vital por parte de los actores financieros, salvaguarden este bien común para la vida y contribuyan a su protección para las generaciones actuales y futuras.

Atrevámonos a replantearnos nuestra relación con el agua, ¡porque la vida en la Tierra depende de ella!